A mí me parece que los padres a veces tenemos miedo a educar y por eso lo hacemos con miedo. ¿Por qué? ¿Acaso no queremos que los nuestros sean hijos valientes? Para eso, hemos de educar en el valor de la entereza.
Lo digo porque que los jóvenes no acaban de tomar decisiones, se retrasa mucho la edad de casarse y por tanto también la paternidad, y necesitan tenerlo todo para dar ese paso, se alargan sobremanera los estudios ya que así está organizado el sistema , entre otras cosas….en fin veo que a mi alrededor muchas decisiones se toman por miedo y se dejan de tomar (aunque no hacer nada también implica una decisión) también por miedo.
Es verdad que los niños al nacer deberían nacer con un libro de instrucciones, pero estoy convencida de que a cada uno se nos dan los hijos y la capacidad para quererlos y educarlos, y es nuestra obligación responder a esta misión de la mejor manera posible. Cada padre tiene su estilo.
Lo primero y fundamental es tener un proyecto educativo. Uno para cada hijo que diría Don Juan José Javaloyes , aunque tengas 11 como puede ser el caso de algunas.
Este proyecto educativo lo piensan, lo hablan, papà y mamá. Si es posible, el tutor del cole nos puede ayudar.
- Conocer a nuestro hijo. Cuáles son sus virtudes, cuáles sus puntos a mejorar y cómo puede hacerlo. Muy importante que se sienta querido como es. No queremos un hijo distinto, no le vamos a cambiar. Le vamos a ayudar, a acompañar, a enseñar a ser libre para que aprenda a amar, que es para lo que ha venido a este mundo, para ser feliz. Porque si él ve que quieres cambiarlo, que lo que quisieras es que fuera diferente, no se siente querido, y entonces, tendrá miedo a equivocarse, a defraudarte. Y olvídate de cualquier proyecto educativo y de todo.
2. Es verdad que a los hijos hay que protegerlos, pero no sobreprotegerlos. Deja que se caiga. Si no se cae no aprenderá a levantarse, y si no sabe levantarse, será un desgraciado para toda su vida. Así que enséñale a ponerse de pie. No tengas miedo a que se equivoque.
Porque cuando queremos que sea autónomo, que es uno de los objetivos que se trabaja desde el cole, sin embargo, actuamos de forma contradictoria.
3. Dile la verdad. No mientas. Si no te quieres poner al teléfono no le pidas que mienta y diga que no estás en casa. Puede decir que en ese momento no puedes atender a esa persona y que ya la llamarás.Si está malito y tienen que pincharle, dile la verdad: que le van a pinchar y que a lo mejor le duele un poco pero que no pasa nada, que tú estás con él. Esto les da seguridad.
4. Cuando sea mayor y le digas algo, sabrá que tú siempre le dices la verdad y te podrá escuchar.A veces nosotros les inculcamos el miedo a la vida. Los machacamos a clases de inglés, francés, ruso, porque su futuro depende de los idiomas???? Entonces está cagao porque a él lo que se le da bien es la informática, o pintar, o bailar.
5. Cada uno tiene unas cualidades, y si les enseñamos a descubrirlas, podrán sacar partido y mejorar sus puntos flacos. El autoconocimiento es fundamental. No juzgarán a los demás porque ellos se han conocido débiles. Esto es educar bien.¿Para qué estudio yo, papá? Para amar. Para ser feliz, que es para lo que has nacido.
6. Porque ¿qué es triunfar para ti, mamá?¿que gane mucho dinero?¿que tenga un trabajo maravilloso a miles de kilómetros de ti y que no veas a tus nietos? (A veces esto ha de ser así, pero eso no es necesariamente triunfar)
Para mí, triunfar es que sea feliz. Que sea un gran hombre. Pero ¿qué dices? si no es catedrático, ni le han dado el premio Nobel. Ya, pero es que sabe querer como nadie: Es un padrazo, sus hijos le adoran, y es el mejor marido, fíjate cómo cuida a su mujer, cómo se aman. Mira sus caras de felicidad. Mira cómo superan las dificultades que van teniendo, porque la vida es muy dura a veces, pero mira, mira cómo se levantan. Y es que cuando su papá se quedó en el paro, no se lo ocultamos, y cuando murió el abuelo, tampoco. Y sabe que las personas a las que queremos a veces tienen enfermedades y se mueren, y saben la verdad. Y saben la verdad porque tú se la has dicho, y saben que tú no les mientes.
7. Según su edad, ve dándole opciones para que elija. espera, voy a explicarme mejor. Nosotros, los padres, les damos a elegir entre dos cosas que nosotros previamente hemos evaluado. ¿Qué prefieres: pizza o hamburguesa? No le preguntamos,¿qué quieres cenar?
8. No dramatizar frente a sus errores. Si suspende, hablaremos con él, no podrá salir el fin de semana o lo que nos parezca más conveniente, pero mira a ver no sea que cuando tenga un verdadero problema porque haya metido la pata, no pueda contártelo porque si te lo cuenta, le matas.
9. Pero lo más importante con diferencia, es nuestro ejemplo, como pasa siempre que hablamos de educación. Sé coherente. Ten una unidad de vida. No digas una cosa y hagas otra. Y Juégatela por tus hijos.
Para nosotros ha habido dos momentos fundamentales en la «historia educativa» de nuestros hijos, e insisto en que nosotros no somos ejemplo de nada y cada padre sabe, pero lo digo por si le ayuda a alguien:
Una de nuestras hijas sufrió bullying en su cole, (no voy a contar ningún detalle porque no hace falta), y después de hablar con quien teníamos que hablar, consideramos importante viajar a Madrid para entrevistarnos con el Director General de la empresa que gestiona el centro para terminar de solucionar la situación. Lo más importante para nuestra hija, más incluso que se zanjara, como así ocurrió, fue el hecho de que su padre y yo nos significáramos por ella. Se sintió absolutamente querida y defendida. Nos decía:»¿Hacéis esto sólo por mí?»
No montamos ningún pollo, ningún espectáculo. No hizo falta. La solución no es devolver mal por mal. Porque hacen falta muchos huevos para hacer lo que hay que hacer sin matar a nadie. Estas niñas, han cambiado, y nuestra hija ha tenido mucho que ver. Porque es una valiente.
El segundo momento fundamental para nuestra familia fue cuando decidimos ejercer nuestro derecho a la objeción de conciencia al empezarse a impartir en las escuelas una asignatura que nosotros considerábamos nociva para nuestros hijos.
Vieron que era verdad cuando les decíamos que vayan contracorriente cuando crean en algo. A por todas. Que fueran valientes. Que pueden defender sus ideas sin imponerlas, que han de aprender a ser libres. No se puede vivir con miedo.
Pero con mucha misericordia. Una cosa tras otra. Cada hijo es distinto, y cada padre también.
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