Cuando hablamos de gestión de tiempo y niños, inevitablemente nos estamos metiendo en un jardín del que no es fácil salir, y que además depende de  todo tipo de situaciones: Si los papás trabajan, si sólo trabaja uno de los dos, cuántas horas y cómo están distribuidas esas horas de trabajo, las vacaciones de los padres, y así podríamos seguir horas y horas planteando todas las posibilidades que se pueden dar y que condicionan la gestión del tiempo con nuestros niños.

Tempus fugit: Gestión del tiempo

Y esto lo digo porque vengo observando que se están cambiando las aguas. ¿A qué me refiero? A que el niño se ha convertido en el rey sol. Todo gira alrededor de él. Cuando yo era pequeña, mis padres compraron una casa en la Sierra, y yo me tenía que buscar la vida: hacer amigos era cosa mía y, si me aburría, oye, no  pasaba nada, pero nosotros íbamos a la Sierra todos los fines de semana del año.

Ahora no. Ahora todo está en función del niño para que no se aburra. ¿Qué está pasando? De Newton se dice que se le cayó la manzana en la cabeza porque estaba aburrido debajo de un manzano.

Por otro lado, tenemos un dilema: disponemos de poco tiempo para pasar con nuestros hijos, y nos planteamos aquello del tiempo de calidad y del tiempo de cantidad.

Ayer leí un artículo de una psicóloga española. De pensar en todas las actividades que los padres tenían que hacer con sus hijos en vacaciones, empecé a hiperventilar, por no hablar del estrés que me produjo, que casi me provoca un infarto. Es verdad que muchas veces no podemos pasar todo el tiempo que nos gustaría con nuestros hijos, pero las vacaciones familiares no pueden convertirse en un triathlón cuyo objetivo es que el niño no se aburra. ¿Dónde queda eso de «educar en el asombro» y «educar en la realidad»?

¿Acaso ir al supermercado con tu hijo, leer juntos, pasear, ver una peli, que te ayude a ordenar el despacho y luego irse juntos a almorzar, bajar la basura los dos… no es tiempo de calidad? Lo importante es pasar tiempo con nuestros hijos y no preocuparse tanto en que éste sea de diversión o entretenimiento porque, si no, cuando sea adolescente, o pase la adolescencia y necesite hablar con su padre, no sabrá hacerlo, pero ojo, ni el padre con el hijo ni el hijo con el padre, porque pasar tiempo con nuestros hijos no es sólo bueno para ellos sino también para nosotros.

padre e hijo amanecer - El tiempo de los padres con los hijos,"tempus fugit".

Pasar tiempo implica mirar, que no solo ver, escuchar que no sólo oír. Los hijos necesitan pararse también, porque aprenderán a mirar una obra de arte y a descubrir la belleza si tú se lo enseñas y nunca bajo el síndrome del consumo desaforado del tiempo. Aprenderá a ser delicado con las chicas si lo han visto en ti, y aprenderá a hablar con cariño y paciencia al abuelo si es es así como tú lo haces y él está contigo. La hiperactividad no hace que el tiempo que yo paso con mi hijo sea más auténtico.

Así que ánimo, la cuestión es quererlos, y estar. Estar disponibles, ponernos a tiro, y pasar todo el tiempo que podamos con ellos, porque nuestros hijos necesitan padres, no monitores de tiempo libre.

Disfruta del tiempo que pasas con tus hijos, pues no volverá, «tempus fugit.»

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