Ser puntual es algo que, excepto para aquellas personas que lo llevan en la sangre, como mi madre (y doy fe de que, aunque nazcas con ello no se hereda), es una cumbre que has de coronar cada día, porque muchas veces no depende solo de ti.
Te recuerdo que Murphy tenía razón y si existe la mínima posibilidad de que algo pase a última hora, tranquilo, que pasará, y no soy ceniza.
Pero calma, que, aunque no hayas nacido con ella puesta como mi madre, no está todo perdido, porque a ser puntual también se aprende y, de esto, también doy fe.
Por esta razón, voy a señalar algunas claves que a mí me han servido para ser la ganadora en ese combate por la puntualidad del que antes hablaba, especialmente para llegar a tiempo a cualquier sitio con los niños.
Ya sabéis que soy una fan de la sabiduría popular que tienen nuestras madres y abuelas, por eso lo de “No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy” , me encanta. Y, ¿qué cosas son esas que puedo hacer hoy y que no debo dejar para mañana?
¿Ser puntual? Deja las cosas preparadas la noche anterior:
Mochila del cole:
Nada más acabar de hacer los deberes, la mochila la dejamos preparada en el recibidor o en un lugar de su habitación que tengamos para ello, como una percha, donde además podemos tener la chaqueta del cole colgada. (Las demás, las que no son del cole, estarán en el armario, no con la que me ponga a diario, debido a que si hay mucho mogollón será difícil encontrar nada al día siguiente, y menos todavía de buena mañana, que vamos todos escopetados).
Digo nada más hacer los deberes, porque conforme los acabe tu hijo, automáticamente coge todo lo que ha sacado de la mochila y lo vuelve a guardar. Las rutinas son un gran aliado para todos.
Si hay alguna cosa que necesita y que no tiene, como una cartulina para un trabajo o le falta un lápiz, o una libreta de esas que no tienes ni idea de cómo es porque para saber lo que es la pauta o la doble pauta o lo que sea que sea eso hay un máster en libretas y lápices que yo no tengo (en mi época era “lápiz negro”, y libreta “de cuadros”, y mira qué bien hemos salido), pues te da tiempo a comprarlo.
El uniforme o la ropa del día siguiente:
Yo tengo la fortuna de tener una persona que me ayuda con las tareas de la casa tres veces por semana (llamada Nancy), pero que es bastante libre y aunque plancha divinamente, guarda, por ejemplo, los calzoncillos como le parece en ese momento. Se ve que piensa: “Un culo, un calzoncillo, un cajón”.
En otras palabras: Aunque tengo todos los calzoncillos perfectamente marcados (uso un sistema muy sofisticado que se llama “rotulador permanente”) y los cajones etiquetados por colores, (utilizo una Dymo, cada hijo un color de etiqueta) no es raro que, el de 15 años no tenga ninguno en su cajón de ropa interior porque todos los tiene Andrés, de 8 años el cual, cuando abre el cajón para sacar uno para mañana, flipa porque en la ropa interior que encuentra caben dos Andreses.
Pero esto tan divertido se convierte en algo muy irritante si no has dejado preparada la ropa del día siguiente. Preparándoselo todo con antelación, lo único que ocurre es que el de 15 años se acuerda de toda la familia de Nancy, mi colaboradora búlgara, y ya está, ya que le da tiempo a localizar todo lo suyo.
Si alguno va a la guarde y lleva pañal, yo lo dejo preparado también encima de su ropita por si no soy yo quien lo viste, para que no se líen con la talla.
Los zapatos:
¡Socorro! No sé en vuestro caso, pero en el mío esto sí que es una fuente de estrés. Con los calzoncillos de otro aún se puede salir de casa, pero descalzo, va a ser que no.
Porque llegan del cole, se los quitan y luego no se acuerdan de dónde los han dejado, por lo que es mejor que la búsqueda del zapato perdido no la hagamos justo antes de salir hacia el colegio.
Por la noche tus hijos pueden perfectamente coger sus zapatos, limpiarlos y dejarlos listos para el día siguiente.
La Ropa de Deporte:
Conforme llegan del cole con la ropa sucia, la ponemos en la lavadora, y enseguida metes otro equipaje limpio en la bolsa de deporte. Digo “metes” pero esta tarea perfectamente la puede hacer el hijo en cuestión sin problemas.
Por favor, que estire los calcetines que con forma de bola no se lavan bien.
Yo soy partidaria de tener dos equipos de deporte por persona. Esto reduce agobios innecesarios, ya que así si no has podido lavarlo te da tiempo para la siguiente semana. Pero no tengas muchos más juegos de uniforme de deporte porque, si no, el cajón de uniformes será un caos. Ten en el armario únicamente los que uses. Los de tallas un poco más grandes, almacénalos en una caja a parte perfectamente etiquetada donde indiques la talla de todo lo que contiene.
Los padres, también podemos dejar adelantadas algunas cosas para ser puntuales:
Me dejo la ropa y el bolso preparados:
Yo me suelo cambiar de bolso, la verdad, según la ropa que me vaya a poner, ya que me gusta ir perfecta, en la medida que pueda.
Es que estoy harta de oír que “como tengo once hijos no tengo tiempo para nada, y menos para mí”, así que es una forma de reivindicación de las mamás, especialmente de las de familia numerosa, porque he de decir que las mamis que tienen uno o dos (y lo sé porque yo también he tenido uno y dos), se ven a veces metidas en un bucle que las envuelve y empiezan a “dejarse”.
Pues no. “Antes muerta que sencilla”. Yo estaré gordita pero apañada. Así que me dejo el bolso preparado. Tengo un no sé cómo se llama, “separador de bolso”, que en definitiva es un estuche grande donde meto lo que me llevo siempre y así no cambio cosa por cosa sino sólo ese bolsín.
Compruebo que me meto también las llaves, la agenda, el pintalabios (fundamental).
Firmo las agendas de los niños, así como las autorizaciones si es que tienen alguna excursión, y las meto en la mochila correspondiente con el niño mirándome («¡escúchame a los ojos!»), que luego después de todo el esfuerzo resulta que la criatura no se ha enterado de que su madre ¡LO HA HECHO TODO BIEN!
Levantarnos con tiempo suficiente para que no haya gritos es muy pero que muy importante para llegar con puntualidad. En realidad, para más cosas de las que hablaremos otro día.
Piensa que, si nos levantamos, por ejemplo, media hora antes de lo que lo vienes haciendo (si hasta ahora has funcionado bien, nada), todos estamos en fase rem, así que no hay ni un grito ni medio, ni un nervio ni medio. ¡Fantástico!
Por supuesto, después de dejarlos en el cole:
¡¡DATE UN HOMENAJE, TE LO MERECES!!
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